¿Hice lo correcto? ¿Debí haber abandonado mi zona de confort? O más bien, ¿debía seguir pidiendo el mismo plato en mi restaurante favorito? ¿Debía seguir durmiendo en el mismo lado de la cama? ¿Debía seguir luciendo el mismo corte de pelo? ¿Debía seguir bebiendo el mismo café con las mismas cucharadas de azúcar? ¿Debía seguir lavándome los colmillos con la misma pasta dental que usaba en el zoológico? ¿Fue buena idea haberme marchado de un territorio conocido hacia un sueño incierto?
Lo pensé. Lo reflexioné. Lo medité. Fui tentado a seguir la Estrategia de Tarzán, esa que aconseja no soltar una liana hasta estar bien agarrado de otra. La misma que siguen las que no sueltan a su pareja actual, hasta que hayan encontrado al príncipe azul. La misma que siguen los que no sueltan su trabajo actual, hasta que hayan encontrado uno con mejor salario. Pero salté al vacío…
Irme de mi segunda selva, el portal web del periódico El Tiempo, no fue una decisión sencilla. Fue como irme de casa de los padres, hacia mi apartamento propio, mi guarida propia. La nevera ya no se llenaría sola. La ropa sucia dejaría de aparecer limpia y planchada, por arte de magia, en el clóset. La luz se cortaría porque, contrario a lo que pensabas, no es gratis. Pero esta nueva independencia, me permitirá y nos permitirá crecer la Revolución Animal. Es un riesgo que vale la pena tomar.
Por ello, con mi pelambre erizado y mi rugido entrecortado, ¡les doy la bienvenida a la nueva Guarida Oficial, Amigos de lo Salvaje!
Ahora bien, no hablo de una nueva Guarida Oficial como si este sitio desde donde me están leyendo, nunca hubiera existido. Aquí fue donde todo empezó. Aquí se sembró la semilla de la Revolución Animal. Este fue el escondrijo que encontré en la madrugada del 3 de septiembre de 2007, después de fugarme del Zoológico de Aqueronte.
Esa fue la noche cuando corrí, corrí y corrí. Nunca miré atrás. Mis viejas patas sangraron con cada paso, porque sólo estaban acostumbradas al frío cemento de la jaula; pero nadie ni nada iba a detenerme hacia el llamado que la Madre Naturaleza me había hecho. Bueno, tal vez sí podía detenerme la falta de mapas con una enorme flecha roja que dijera ‘Usted está aquí’, dado que al poco tiempo me perdí.
La selva era, en teoría, mi hábitat natural. Al pisarla, se me despertaría un instinto salvaje con una brújula interna señalándome refugio y alimento, por el simple hecho que nací animal. Eso no pasó. Ni siquiera tuve un déjà vu. Lo que sí estaba pasando es que las luces de las linternas y los ladridos de los perros que estaban a mi acecho, se acercaban cada vez más.
Bajo ninguna circunstancia iba a rendirme. Prefería ser convertido en alfombra, antes que volver a estar tras barrotes. El único problema fue cuando me di cuenta que, en aquel laberinto de árboles, yo andaba corriendo en círculos y la vertiginosa fuga me había traído de vuelta al punto de partida.
Decidí detenerme. Decidí esperar. Decidí batirme a muerte con mis cazadores. No tenía otra opción. Cerré mis ojos y le implore a la sabia Gaia que escoltara mi camino…
De repente, escuché un aleteo sobrevolando a mi alrededor. Abrí un ojo, espanté a una mariposa amarilla con un fuerte soplido y volví a concentrarme para suplicarle a la sabia Gaia que escoltara mi camino. La mariposa amarilla insistió y yo le rugí y volví a pedirle a la sorda-rogada-sabia Gaia que escoltara mi camino. El condenado bicho combatió mi rechazo estrellándose una y otra vez contra mi hocico, hasta hacerme perder la paciencia.
Quise cortarle las alas de un zarpazo. Aunque ella, que sí estaba entrenada en la vida salvaje, me evadió con suma facilidad. Con penosa facilidad. Tanto ese, como los otros zarpazos que lancé desesperadamente.
Decidido a que un pinche insecto no iba a humillarme, la perseguí para devorármela de un bocado. Corrí, corrí y corrí. Corrí hasta que mi estado físico me traicionó. Aparentemente dar vueltas en una jaula, por muchos años, no era el mejor ejercicio. Impotente, vi cómo se me escapó y se posó sobre esta, la Guarida Oficial; sobre un hermoso macondo, un portentoso árbol que tenía mariposas amarillas en vez de hojas.
Entendiendo –por fin- el mensaje de la sabia Gaia, trepé ese árbol y abracé su tronco; a su vez, una nube de mariposas amarillas voló a cubrirme, camuflándome así en el universo macondiano y alejándome de las luces de las linternas y los ladridos de los perros.
Desde el punto más alto de ese hermoso macondo, les escribo siempre. Allí construí, usando tan sólo mis patas peludas, este refugio dotado de una privilegiada vista hacia la Madre Naturaleza. Desde aquí, por tres años, dejé en evidencia a la estupidez humana. Sin embargo, al rondar el cuarto aniversario, trasladé el centro de transmisión principal de nuestra Revolución Animal hacia el portal del periódico El Tiempo, porque tenía en mente una profunda remodelación que hoy, pasados unos meses del cumpleaños número cinco, finalmente conocen.
La nueva Guarida Oficial es un homenaje a ustedes, mis Amigos de lo Salvaje. Aunque yo sea el líder de esta lucha por un mejor planeta Tierra, no soy nadie sin ustedes. Es por eso que este refugio fue renovado, siguiendo las sugerencias que a través de los años me han hecho para crecer la voz de la Revolución Animal. Pidieron más botones de redes sociales y hoy los tienen. Pidieron que fuera más sexy y hoy soy abrumadoramente sexy (¿No pidieron eso? ¿Seguros? Igual se los di). Pidieron una aplicación para dispositivos móviles y pronto la tendrán disponible para iPhone, iPad y Android. Pidieron provisiones para luchar por la Madre Naturaleza y… eso… depende de ustedes.
Depende de ustedes que las encarguen en la nueva Tienda Salvaje. Dichas provisiones no sólo les permitirá lucir, orgullosamente, una activa militancia en nuestra Revolución Animal, sino que también me permitirá financiar la independencia de nuestra lucha, hasta el día que logremos arrebatarle el poder del planeta Tierra a la humanidad. Es decir, el futuro de nuestra Revolución Animal ya no sólo depende de mí, sino también está en las patas, aletas y alas de todos ustedes.
Hasta una próxima verdad humanamente irracional, Amigos de lo Salvaje, ¡ahora desde la nueva Guarida Oficial!
Lucano Divina
Comandante Macondo de la Revolución Animal
Selvas de Suramérica, noviembre 15 de 2012
* Si te apetece un delicatesen de estupideces humanas, la recomendación del chef es que leas su libro ‘El Príncipe Azul abre puertas, el Bufón abre piernas’, el cual encuentras en iBooks, Amazon, Google Play y Kobo (English version available).
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