Fue un amor verano. Fugaz y delicioso. Alcohol. Química instantánea. Alcohol. Curvas perfectas. Alcohol. Temporada de vacaciones. Alcohol. Romance. Vómito. Las miradas de ambos se unieron gracias a una casualidad cósmica. Las cinturas de ambos se unieron gracias a libidos alcoholizados. Aunque… en un abrir y cerrar de ojos… ¡Puf! El hechizo se rompió, trayéndote de vuelta a la dura realidad, a tu esposa. Ahora te toca esperar cuatro años más para volver a disfrutar del Mundial Fútbol.
Fuiste hipnotizado por una fiesta deportiva que reunió a los mejores futbolistas de las mejores selecciones nacionales. Yo sé, algún aguafiestas intentó menguar tu pasión al menospreciarla con un comentario cliché tipo “¿Tanta alharaca por veintidós pendejos persiguiendo un balón?”; sin embargo, tú allí veías a veintidós artistas del balón luchando por obtener la inmortalidad. El aguafiestas veía a una organización sin ánimo de lucro que se quedaba con la totalidad de las ganancias, mientras tú veías a un país que botó la casa por la ventana sin esperar nada a cambio. El aguafiestas veía como el concepto de ‘deporte es salud’ era patrocinado por marcas de cervezas y hamburguesas, mientras tú veías a las multinacionales apoyando a un acontecimiento multinacional. El aguafiestas veía la construcción de descomunales estadios en sitios donde no había la suficiente población para llenarlos después de acabado el evento, mientras tú veías majestuosos templos dignos de tu religión. El aguafiestas veía tu perdición, mientras tú veías al amor de tu vida… que solo puedes disfrutar cada cuatro años.
Hoy estás siendo dominado por la tristeza porque pasaste de un Holanda-España a un Eibar-Almería, de un Colombia-Uruguay a un Equidad-Alianza Petrolera, de una supermodelo a una esposa… ¡Pero nadie te quita lo bailao!
Fueron tan especiales las emociones vividas a lo largo de un mes, que no solo tuviste la fortuna de disfrutar del que fue el mejor Mundial de Fútbol de la historia, sino también te quedaron las siguientes tres lecciones para que las apliques en tu vida:
1) Si vas perdiendo, simula una falta dentro del área. Ante el más mínimo contacto, arquea tu espalda hacia atrás de modo que tu pecho sobresalga, estira tus brazos por encima de tu cabeza, llora como un niño indefenso, cierra los ojos y zambúllete en el pasto. Ya en el suelo, retuércete del dolor agarrándote una parte del cuerpo que no te hayan tocado. Si el árbitro premia tu actuación con una pena máxima, apunta tus dedos índices al cielo para agradecerle a Dios aunque hayas violado el octavo mandamiento; pero si solo te ordena que te levantes, golpea el gramado con las palmas de tus manos indignado por la falsa injusticia.
En la vida diaria, esta estrategia puede ser usada por el estudiante que está reprobando unas materias, el empleado que está en proceso de ser despedido y la novia que está a punto de convertirse en exnovia, entre otros. Ante la más mínima mención de un “vas a perder el año”, “su rendimiento no es el esperado” o “tenemos que hablar”, arruga tu cara, quiebra tu voz, inunda tus ojos de lágrimas y desplómate directo al piso. Ya en el suelo, implora por clemencia. Puede parecer una medida desesperada —y lo es—, sin embargo así como a Fred y a Robben les concedieron penaltis que no merecían (dos para Robben), a ti te pueden dar una nueva oportunidad sin merecerla.
2) Si vas ganando, juega en cámara lenta. Una derrota prácticamente significa que toca empacar maletas antes de lo soñado. Por lo tanto, estando arriba en el marcador, el portero debe tomarse su tiempo para los saques de arco, los jugadores deben sufrir repentinos calambres en las piernas, los cambios deben salir del campo caminando apurados por el árbitro, los adversarios deben ser provocados para que quieran discutir por largo rato y el director técnico debe pedir que se acabe el partido cuando todavía no se ha acabado. Quizá el primer juego que salte a tu mente sea el de Scolari quejándose por el tiempo suplementario añadido frente a Colombia, sin embargo era una norma entre los que iban ganando; basta recordar a México defendiendo desde que logró la mínima diferencia contra Holanda, al campeón del mundo —Alemania— sufriendo frente a la que se pensaba era una débil Argelia o a Ronaldo yéndose lentamente de la cancha para que las cámaras captaran su nuevo look.
Asimismo un estudiante debe evitar presentar un examen que le baje el promedio, sin importar que le toque fingir un inesperado dolor de barriga que lo lleve directo a enfermería. Un empleado debe cuidar su trabajo, complicando una labor que es simple para que nadie más pueda hacerla. Una Hembra humana debe proteger la posibilidad de una relación seria, demorándole el apareamiento a los ansiosos pretendientes. No te afanes, la prisa la debe tener el contrincante perdedor.
3) Si las cosas no salen como planeadas, no aceptes lo evidente. Un colombiano dirá que fue gol de Yepes, un argentino que fue penal a Higuaín, un mexicano que no fue penal a Robben, un costarricense que el árbitro no les pitó dos penales, un brasilero que había una conspiración para evitar que fueran hexacampeones, un chileno que había una conspiración para que los brasileros fueran hexacampeones y un uruguayo que el hombro de Chiellini se tropezó en los dientes de Suárez. Es más fácil culpar a otros que decir: no fue gol de Yepes —cuando inicia la jugada, él ya estaba en fuera de lugar; por la tanto de ahí en adelante toda la misma queda invalidada—, no fue penal a Higuaín —el arquero rival llega de primero a la pelota—, no fue penal a Robben pero solo en la última jugada —minutos antes no se sancionó una en la que le pegaron dos veces dentro del área—, Navas evitó una goleada, Chile erró tres disparos en la definición por penales, fue el peor Brasil de los últimos años y la supuesta mordida de Suárez a Chiellini fue en realidad una mordida —y no una marca que tenía el italiano desde hace años—.
Cuando descubran una falla en tu trabajo, atribúyesela al empleado que reemplazaste. Cuando pierdas una materia en el colegio, di que el profesor te la tiene velada. Cuando tu pareja te interrogue luego de encontrar tu colección de porno en tu computador, asegura que te sientes ignorado por ella en la cama. Cualquiera tiene la culpa, menos tú.
Tendrás que soportar el síndrome de abstinencia. No tendrás otra opción. Deberás esperar cuatro años más, hasta Rusia 2018, para deleitarte de fútbol gourmet. Y quizá te toque volver a tragarte un remedio para el insomnio como lo fue el partido Nigeria-Irán, un Brasil sin jogo bonito o un Balón de Oro que destaque como el mejor del campeonato a un jugador que ni siquiera fue el mejor de su equipo; pero al final te dejará profundas reflexiones como las tres que acabo de contarte u otra donde por fin te darás cuenta cómo eres un feroz crítico de la corrupción salvo cuando eres hipnotizado por la FIFA.
Hasta una próxima verdad humanamente irracional, Amigos de lo Salvaje.
Lucano Divina
Comandante Macondo de la Revolución Animal
Selvas de Suramérica, julio 27 de 2014
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