El mundo no te necesita. Tampoco a los hijos que planeas tener. Si tu papá hubiera usado condón, si tu mamá se hubiera tomado la pastilla anticonceptiva, si tus abuelos no se hubieran pasado de copas, este sería un mejor planeta. No sería necesario pedir reservación para el restaurante de moda. Se acabarían las filas interminables para las películas taquilleras. Habría oxígeno en los buses de transporte público durante las horas de congestión que ya no estarían congestionadas. El mundo no te necesita.
Eres solo uno de 7.000 millones de humanos… ¿qué diferencia haría que continuaras deambulando por la Tierra un ratico más? Es más, ¿qué diferencia haría que trajeras a la vida al menos un par de bebés, tal como lo planeó la presión social para ti? ¿O es que piensas dejar solo a tu hipotético hijo? ¿No le vas a dar un hermanito? ¿No vas a buscar a la parejita? La realidad es que ya hay demasiados como tú y tu probable descendencia. Sé que, en silencio, te consideras una persona única y especial, pero no eres más que uno del montón, del montón de más de 7.000 millones.
Te quedarás esperando mi felicitación cuando decidas convertirte en padre. Muy orondo y muy majo presentarás en Facebook a tu heredero, publicando la ecografía que en cuestión de milésimas de segundo recibirá el récord de 'me gusta' de todas tus fotos. Lo compararán con un angelito. Lo considerarán una bendición para ti y para tu pareja. Recibirás tanta atención que por momentos creerás que estarás próximo a dar a luz a Jesús en su segunda venida. Pero yo no podré darte palmaditas en la espalda cuando cometas ese crimen contra la Tierra. Más temprano que tarde tu hijo se convertirá en uno de esos adultos que parquea en sitios prohibidos, que vota por un político corrupto, que fuma en espacios cerrados, que deja una fogata encendida en el bosque, que contesta el teléfono móvil en el cine, que quiere tener sus propios retoños… El mundo no lo necesita.
Si esta mañana te hubieras caído en la ducha, hubieras aportado tu granito de arena para salvar al planeta. Con tu partida a una mejor vida, la vida terrenal de los demás instantáneamente se mejoraba. Hubiera sido uno menos que lee libros de autoayuda, que ocupa la banda ancha, que desperdicia el agua, que justifica las incoherencias de la Biblia, que compite para un empleo, que rompe corazones, que confía en la objetividad de la prensa, que no recicla para evitar la fatiga, que se tapa con las sábanas cuando tiene miedo, que patea bajo la nevera los cubos de hielos caídos en el suelo, que soborna a un policía para eludir el pago de una multa, que se va a los puños por el resultado de un partido de fútbol, que bota basura en la calle para darle trabajo a los barrenderos… Ahora multiplica ese alivio al globo terráqueo por la cantidad de hijos que hubieras dejado de tener…
Una reducción drástica en el número de inútiles –así como tú–, sería la solución para calmar el desastre ecológico en el que estamos metidos. Imagínalo por un minuto. Dale una oportunidad a la idea. Podríamos, por ejemplo, promover una ley que obligue a que las duchas del mundo tengan que ser construidas con material altamente deslizante. ¿Qué tal si las hicieran con piso de hielo? Sería el método más eficiente de control a la sobrepoblación humana que se haya conocido jamás.
Cada mañana los millones de resbalones traerían como resultado no solo moretones, sino también la eliminación diaria de una enorme cantidad de humanos. Las funerarias no serían los únicos sitios donde se percibirían los beneficios de la medida propuesta. De los andenes se desaparecerían los que caminan lentamente obstaculizando el paso, de las cafeterías los que no saben qué pedir cuando llegan a la caja registradora, de los colegios los que le recuerdan al profesor que no ha revisado la tarea, de las selvas los que talan árboles, de las piscinas los que les da pereza ir hasta el baño, de los mares los que derraman petróleo, de las bibliotecas los que hablan en voz alta, de los aviones los que cargan bebés llorones, de las camas los que roncan como locomotoras…
Es en serio, dale una oportunidad a la idea. Sé que te parece ridícula, pero ten en cuenta que aniquilará a tu primo borracho, a tu cuñado perezoso, a tu sobrino maleducado, a tu tía criticona y a tu suegra. Las duchas resbaladizas controlarán el exceso de humanos, tal como se le aplica la eutanasia a través de inyecciones letales a los perros callejeros. También fulminará a tus insistentes acreedores, a tu amigo envidioso, a tu jefe y a ti. Sí, a ti. Es por el bien del planeta. El mundo no te necesita, tú eres el que necesita al mundo y él ya no te quiere.
Hasta una próxima verdad humanamente irracional, Amigos de lo Salvaje.
Lucano Divina
Comandante Macondo de la Revolución Animal
Selvas de Suramérica, abril 12 de 2014
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